La obesidad y el sobrepeso son problemas de salud pública que han alcanzado proporciones epidémicas en nuestra sociedad contemporánea. Esta epidemia silenciosa no solo afecta a individuos, sino que también tiene gravísimas consecuencias a nivel comunitario y global. La prevalencia de estas condiciones está estrechamente ligada a factores ambientales, sociales y económicos que influyen en los hábitos alimenticios y en el nivel de actividad física de las personas.
El impacto de la obesidad y el sobrepeso trasciende más allá de la esfera individual, afectando la calidad de vida de las personas y aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer, entre otras. Además, estas condiciones conllevan una carga económica significativa para los sistemas de salud y la sociedad en general, debido a los costos asociados con el tratamiento médico y la pérdida de productividad laboral.
En el World Obesity Atlas 2023, publicado por la Federación Mundial de Obesidad, se presenta una estimación hacia el 2035, en el que más de 4.000 millones de personas, es decir, el 51% de la población mundial, sufrirá de sobrepeso u obesidad. Esto representa un aumento significativo en comparación con los 2.600 millones de personas afectadas en 2020 (1).
El informe también destaca un aumento “particularmente rápido” en la obesidad infantil. Se calcula que casi 400 millones de niños vivirán con obesidad en 2035 si no se toman medidas contundentes. Esta tendencia es especialmente alarmante, ya que la obesidad infantil puede tener consecuencias graves para la salud a largo plazo, incluyendo un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer.
Además, puede acarrear una serie de consecuencias adicionales que van más allá de los problemas físicos, como la baja autoestima, la depresión, las dificultades respiratorias, los problemas de sueño y problemas ortopédicos. Asimismo, la obesidad en la infancia y adolescencia puede afectar negativamente el rendimiento académico y el desarrollo social de los jóvenes.
A continuación, se presentan las proyecciones alarmantes del incremento de la obesidad en la población infantil:
Tabla 1: Tendencias mundiales de obesidad en niños y adolescentes por género 2020-2035
A. Mundial: Niños y adolescentes (de 5 a 19 años)*
B. Américas: Niños y adolescentes (de 5 a 19 años)
C. Perú: Niños y adolescentes (de 5 a 19 años)
Por otro lado, en el contexto de Latinoamérica, el Perú se encuentra en una situación preocupante, siendo el tercer país con altos índices de sobrepeso. De acuerdo con datos de la Encuesta Demográfica y Salud Familiar, Endes 2020, casi el 40% de la población mayor de 15 años en el país presenta al menos una comorbilidad relacionada con la obesidad, como la diabetes mellitus o la hipertensión arterial (2). Adicionalmente, según el Ministerio de Salud, siete de cada diez peruanos sufre de exceso de peso (3).
Las estadísticas del Seguro Social de Salud (EsSalud), señalan que alrededor de 15 millones de personas padecen obesidad en el Perú, equivalente al 62% de la población mayor de 15 años. Las tendencias proyectadas al 2035 presentan un panorama desafiante en términos de salud pública para el país. Se espera que el problema del sobrepeso y la obesidad siga en aumento, lo que tendrá un impacto significativo en la calidad de vida de la población y en los sistemas de salud.
Ante estas proyecciones alarmantes, es imperativo implementar políticas y programas integrales de prevención y control de la obesidad. Es fundamental promover estilos de vida saludables desde edades tempranas, involucrando a todos los sectores de la sociedad en un enfoque multidisciplinario. Solo mediante acciones coordinadas a nivel gubernamental y comunitario podremos enfrentar estos desafíos y asegurar un futuro más saludable para la población peruana.
El Día Mundial de la Obesidad es una oportunidad para tomar acción y trabajar juntos para prevenir la obesidad infantil y adolescente. Es fundamental que todos los actores sociales se involucren en este esfuerzo para crear un futuro más saludable para las nuevas generaciones.
Es importante considerar que la obesidad infantil y adolescente es un problema de salud pública global con graves consecuencias a corto y largo plazo y que los niños y adolescentes con obesidad tienen mayor riesgo de sufrir enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Causas de la obesidad infantil y adolescente
- Factores genéticos
- Hábitos alimentarios poco saludables
- Falta de actividad física
- Entorno obesogénico (factores ambientales que favorecen la obesidad)
Aunque los factores genéticos pueden predisponer a la obesidad, la interacción con el entorno y los hábitos de vida son cruciales en su manifestación. Por ejemplo, una predisposición genética combinada con un entorno que favorece alimentos ultraprocesados y una vida sedentaria aumenta el riesgo de obesidad. Por otro lado, alguien con una predisposición genética similar pero que vive en un entorno donde se fomenta una alimentación saludable y la actividad física regular puede tener menos probabilidades de volverse obeso. Es fundamental abordar tanto los factores genéticos como ambientales en la prevención y tratamiento de la obesidad, modificando nuestro entorno y hábitos de vida para promover la salud.
Juntos podemos crear un futuro más saludable para las nuevas generaciones
La actividad física regular es crucial para prevenir enfermedades y mejorar la salud mental y el bienestar. En todo el mundo, se han implementado programas exitosos para abordar la obesidad infantil y promover hábitos saludables, como:
- Programas escolares de promoción de la salud.
- Iniciativas comunitarias para mejorar el acceso a alimentos frescos.
- Programas de actividad física extracurricular.
- Campañas de concientización y educación.
Estas intervenciones están diseñadas para abordar múltiples aspectos, como la alimentación, la actividad física y la educación nutricional, tanto en escuelas como en comunidades, con el objetivo de crear un futuro más saludable para las nuevas generaciones.
Participación comunitaria
La participación comunitaria es esencial para abordar la obesidad infantil de manera efectiva. Las organizaciones comunitarias colaboran con autoridades locales, centros de salud y escuelas para diseñar programas culturalmente relevantes y sostenibles. Promueven cambios en entornos físicos y sociales, como la creación de espacios para la actividad física y la promoción de políticas saludables. Además, involucran a las familias en la toma de decisiones y la implementación de estrategias de prevención. En resumen, la participación comunitaria es clave para crear entornos que fomenten hábitos saludables y apoyen a las familias en la prevención y control de la obesidad infantil.
¿Qué más podemos hacer?
- Padres y cuidadores
Para prevenir la obesidad infantil y adolescente, es crucial que padres y cuidadores adopten hábitos alimentarios saludables en el hogar. Esto implica ofrecer una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y cereales integrales, mientras se limita el consumo de azúcares, grasas saturadas y alimentos procesados. Además, es fundamental fomentar la actividad física regular entre los niños y limitar el tiempo de pantalla, incluyendo televisión, videojuegos y uso de dispositivos móviles, para promover un estilo de vida activo.
- Escuelas
Las escuelas también juegan un papel vital en la prevención de la obesidad. Deben ofrecer programas educativos sobre alimentación y nutrición para enseñar a los estudiantes hábitos saludables. Además, es esencial promover la actividad física durante la jornada escolar, proporcionando oportunidades para el ejercicio y la recreación. Crear un entorno escolar saludable, que incluya opciones de alimentos nutritivos en las cafeterías y acceso a espacios para la actividad física, también es fundamental para fomentar hábitos de vida saludables desde una edad temprana.
- Gobiernos
Por último, los gobiernos desempeñan un papel clave en la prevención de la obesidad a través de la implementación de políticas públicas efectivas. Esto incluye medidas como promover la alimentación saludable y la actividad física a través de políticas de salud pública, regular la publicidad de alimentos y bebidas no saludables dirigida a los niños y las familias, e invertir en programas de prevención de la obesidad en comunidades y escuelas. Al trabajar juntos, padres, escuelas y gobiernos pueden crear entornos que fomenten hábitos de vida saludables y ayuden a prevenir la obesidad infantil y adolescente.
Para concluir, es fundamental reconocer que la obesidad es una epidemia global que requiere acciones concertadas a nivel individual, comunitario y gubernamental. Solo mediante un enfoque integral que promueva hábitos de vida saludables desde la infancia, involucre a todos los sectores de la sociedad y priorice políticas públicas efectivas, podremos enfrentar este desafío y construir un futuro más saludable para las nuevas generaciones. En este Día Mundial de la Obesidad, recordemos que cada paso que damos hacia la prevención y control de esta enfermedad contribuye significativamente a mejorar la calidad de vida y el bienestar de nuestra sociedad.
Referencias
(1) World Obesity Federation. (2023). World Obesity Atlas 2023. https://data.worldobesity.org/publications/?cat=19
(2) Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). (2021). Perú. Encuesta Demográfica y de Salud Familiar, ENDES 2020. https://proyectos.inei.gob.pe/endes/2020/INFORME_PRINCIPAL_2020/INFORME_PRINCIPAL_ENDES_2020.pdf
(3) Ministerio de Salud. (2023, 4 de marzo). Minsa: nutricionistas advierten que 7 de cada 10 peruanos sufre de exceso de peso. https://www.gob.pe/institucion/minsa/noticias/720469-minsa-nutricionistas-advierten-que-7-de-cada-10-peruanos-sufre-de-exceso-de-peso